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«Gaudete et exsultate!», ¡Alegraos y celebradlo!

El tema de esta exhortación del papa Francisco es la santidad. ¿Como nos suena eso de «santidad»? Según como se mire puede parecer algo rancio pero, en suma, la llamada a la santidad es otra forma de decir que estamos llamados a vivir el Evangelio en profundidad siguiendo a Jesucristo. Os propongo dos textos del Antiguo Testamento que nos hacen esta llamada: «Dios creó al hombre a su imagen, lo creó a imagen de Dios, creó al hombre y a la mujer» (Génesis 1,27). Y también: «Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Levítico 19,2). Dos llamadas por tanto: a ser imagen de Dios y a ser santos como Él.

Los cristianos en el mundo obrero tenemos algunas referencias «oficiales» de santidad, empezando por Joseph Cardijn, de quien se ha iniciado el proceso de beatificación, el beato Marcel Callo, jocista francés muerto en el campo de concentración de Mauthausen, y Guillermo Rovirosa, fundador de la HOAC, también en proceso de beatificación. Tenemos, sin embargo, además, una larga nube de testimonios que podríamos considerar santos y santas (cfr. Hebreos 12,1) y que han entregado su vida al servicio de la justicia y de la dignidad del pueblo trabajador, desde una clara conciencia de seguidores y seguidoras de Jesucristo, por quien se sentían llamados a seguirlo viviendo valientemente su Evangelio.

El papa Francisco, en el fondo, nos propone una larga Revisión de Vida, con una gran riqueza de breves textos bíblicos que nos ayudan a enamorarnos de Jesucristo y nos invitan a seguirlo. El Ver sería el capítulo primero: Llamada a la santidad, esto es, como estamos viviendo en el día a día la llamada a encarnar el Evangelio en nuestra vida. En el Juzgar, capítulos segundo, Dos sutiles enemigos de la santidad, y tercero, A la luz del maestro, Francisco nos advierte que no podemos llegar a ser como Jesucristo (la santidad) sólo con un estudio más o menos «académico», ni con nuestro propio y único esfuerzo. Necesitamos acoger el regalo de Dios que se nos da, y descubrir su rostro y el rostro de los hermanos, especialmente de los pequeños, frágiles e indefensos. Y nos ofrece dos textos de referencia: las Bienaventuranzas (Mateo 5,1-12; Lucas 6,20-26) y los criterios del Juicio Final (Mateo 25,31-46): tenía hambre, tenía sed, fui forastero, iba desnudo, estaba enfermo, estaba en la cárcel… y me ayudásteis. En el Actuar, capítulos cuarto, Algunas notas de la santidad en el mundo actual, y quinto, Combate, vigilancia y discernimiento, el Papa insiste en algunos temas de siempre, de cajón, diríamos, como la humildad, el sentido del humor, la comunidad (no somos cristianos en solitario), la oración, y como contrastado jesuita, nos recuerda el discernimiento, hecho siempre en la escucha de Dios.

Espero haber despertado tu interés por leer este texto, corto y nada pesado, con sólo dos palabras raras, pero muy bien explicadas.

Josep Jiménez Montejo

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