La evangelización es una tarea esencial de la Iglesia y forma parte de nuestra identidad como personas bautizadas. Como militantes de ACO, que formamos parte de la comunidad cristiana seguidora de Jesús, compartir la buena nueva del Evangelio es una urgencia y un reto. ¿Basta con nuestro testimonio presencial? ¿Tenemos palabras que ayuden a hacer comprensible nuestro compromiso con el Evangelio? Ésta es una pregunta recurrente; a veces nos asaltan las dudas y pensamos que no sabemos lo suficiente, o que es una tarea para personas expertas.
Iniciar requiere entrar en contacto, aproximarse a alguien para poner en marcha un proyecto. Así pues, toda “iniciación” lleva implícitos diferentes momentos que forman parte del proceso.
A raíz de la Jornada de Iniciación que ACO-Cataluña organizó el 17 de noviembre de 2024, los grupos de ACO de Madrid, Córdoba y Alicante, solicitaron incorporarse, sin embargo, era necesaria traducción de forma simultánea para facilitar la participación. No hubo tiempo ni medios para hacerlo, pero sí la voluntad de buscar juntos una solución para compartir los materiales y los talleres de ACO Cataluña. Se intentó llevar la Jornada de Iniciación de forma presencial a Madrid, pero las agendas de los militantes no coincidían con fechas. La última solución fue ofrecer la Jornada de Iniciación en formato virtual: se tradujeron los materiales, se adaptó el programa en función de la disponibilidad de la comisión y se buscaron los medios técnicos.
Por último, el 22 de marzo, tuvo lugar la Jornada, que se inició con la oración de Jesús Obrero. Participaron tres militantes de Madrid, dos de Córdoba, cuatro de Barcelona, más el equipo de iniciación, en total 13 personas. La Jornada consistió en tres grandes momentos:
La presentación de los materiales, la Guía y las Fichas de Iniciación. Se organizaron dos Talleres participativos simultáneos, con 6 personas cada uno: Fe translate (comunicar a Jesús, hoy) y el Anuncio desde la opción obrera. Después de un breve descanso se compartieron experiencias de las zonas, seguidamente se hizo la valoración de la Jornada.
Los materiales fueron bien valorados; la presentación de la Guía y las Fichas de Iniciación fue visual y ágil. Sobre todo, del Movimiento destacaron la identidad y la acogida, y dijeron que vale la pena reflexionar sobre ello. También, se hizo hincapié en que todos y todas las militantes somos “iniciadores” y se insistió en que ACO tiene una buena caja de herramientas, para compartir y disponer de ellas cuando las necesitemos.
En relación con las experiencias compartidas: las zonas explicitaron la dificultad que representa la dispersión en el territorio y que son pocos grupos; sienten frustración al no poder llegar, de forma presencial, allá donde les piden formar o acompañar a algún grupo. Actualmente, en las zonas con pocos militantes (y con responsabilidades familiares) les falta tiempo y manos, lo viven como una precariedad, no pueden organizar jornadas, y tampoco quieren ser una carga. Se propuso recuperar los encuentros de fin de semana como una fórmula más asequible, porque compartir recursos es bueno y viable. En Córdoba pusieron el ejemplo de Anna Luque, militante de ACO y copresidenta de la MTCE, cuando fue, fue muy bien acogida y con mucha participación.
Sobre la participación en los talleres: en las valoraciones se pronunciaron algunas palabras clave fruto del impacto del trabajo compartido durante la Jornada, como ponerse en camino, salir al encuentro, caminar juntos, compartir, hacer comunidad, hacerlo fácil y sencillo, utilizar imágenes y palabras (del Nuevo y del Antiguo Testamento), sufrimiento del pueblo (Ex 3,9-1), estar presente (Lc 10,29-37), hacer una opción (Lc 19,2-6), el tesoro (Lc 12,34), el miedo (Lc 8, 22-25), no tengas miedo (Lc 12,32)… y otras imágenes, como el agua que es fuente de Vida, que forma parte de nuestro cuerpo, de la naturaleza, nuestra casa común, o del mar, convertido en cementerio de muchos hermanos nuestros que viajan en pateras.
Posteriormente, la Comisión de Iniciación hicimos nuestra valoración, comentamos cómo nos habíamos sentido después de la desazón inicial que nos imponía tener que adaptarnos para hacer la Jornada no presencial. Reconocimos que nos sentimos bien, ¡incluso que disfrutamos! Concluimos que había merecido la pena, que para hacer iniciación, hay muchas fórmulas posibles; que somos Iglesia en salida y que las futuras Jornadas deben ser abiertas.
